
Amanece y un suspiro cruza mi pecho.
Dolor.
Ira.
Esperanza.
Dolor…
Amanece un día más con tu ausencia pegada a mi piel,
con el sabor de tus labios aun en los míos,
amanece y yo no se que pensar,
si yo huyo tu me encuentras,
si tu huyes yo corro hacía tus brazos,
y no quiero salir de este circulo,
Cuando encuentro tus brazos abiertos a esta peregrina de calle,
a esta poetisa barata,
a estos versos de calleja,
y no siento ya dolor,
pura y simple felicidad,
ajena a todo mi mundo anterior,
porque tu me das la libertad de poder ser por fin yo misma.
Amanece amada mía y ya no estoy sola.
Amanece y mis versos al fin cobran sentido en tu piel tibia con el olor de mi sexo en el tuyo.
Frente a mí un ángel, frente a mí el éter de tus labios ofreciéndose descarados a las ansias de mi boca.
Frente a ti un demonio, frente a ti la sed insaciable de mi lujuria ofreciéndose a ti con miradas tímidas.