lunes, 25 de marzo de 2013

Evanescencia



Evanescencia


“Se fundió en un beso. Todo había desaparecido, los fantasmas, la sangre, el miedo, la tristeza, en fin, la desidia.

Se hundió hasta el fondo de sus pensamientos incluyendo la idea de huir, alejarse de todo, volar por el indescriptible mar infinito de sus ojos negros.

Se perdió en los recovecos de lo oculto, de lo siniestro, de la amarga hiel del revés de su alma, el translucido de sus pecados.”

Con estos sentimientos murió, sentí que su alma se elevaba por encima de su cuerpo, lo observaba y se fundía en la negrura de la noche. No sufrió, solo se dejó llevar. Ninguna marca en su delicado cuello. Todo había pasado, la sed de sangre se desvanecía, solo el calor de la suya inundaba cada poro, cada nervio, cada musculo, recobrando mis fuerzas después de un ayuno de 50 años, ¡cuan lento se hacía volver a ser lo que fui! El mundo era muy diferente, yo solo sabía de él lo poco que me dejaban ver, sumida en un sueño profundo a la fuerza, los poderes mesmericos de mi “enemigo”, habían mermado, quizá esa vieja chocha se había muerto, por fin, después de 150 años estaba bien, ¿no?

Me presentaré, queridos, suelen denominarme Raven, autoimpuesto por desconocimiento de mi nombre y vida humanas, no soy más que un sueño, un fantasma, una quimera idealizada para unos cuantos, solo ansío la sangre. Y cómo sea yo físicamente no tiene importancia. Imagíname, querido lector, como bien gustes, rubia, morena, pelirroja….alta, baja, delgada, gorda….puede que más adelante lo descubras, si es mi deseo el destaparlo, solo diré que adoro a las mujeres, las ansío, y por desgracia también su sangre, mas hay hombres y mujeres malvadas, de corazones tenebrosos, que merecen morir y así lo hacen en mis brazos, en mis pechos e incluso en mi cama.

La ciudad me reclama, andando por las vías principales encuentro gente de toda clase, putas, estafadores, policías corruptos, monjas folla-curas, iluminados, vampiros, licántropos, duendes, hadas…..vamos toda clase de seres, hasta un incubo, ¡ja, ja, ja, ja! Su mirada lasciva me incita, pero es mejor no beber la sangre de un incubo, ¡os volveríais locos!

Queridos lectores, con esto os digo que no estamos solos, somos muchos y estamos por todas partes. Aunque, vampiros, ya no hay tantos, solo vi a dos, y huyeron despavoridos al sentir mi aura negra. Disculpadme ¿acaso creíais que ibais a leer las andanzas de una vampiresa desvalida o una damisela ansiosa de juventud eterna, quitarse las bragas ante un neófito del tres al cuarto? Pues no, aquí no hallareis esa clase de lectura, solo lo que a mí se me ocurra contaros, pues no sabríais si es verdad o mentira aunque os lo mostrara en las narices. Me agotáis los mortales, mucho, y ¿los “inmortales”?, aún más, por esa cuestión, solo bebo sangre humana. Al menos entre los vuestros, siempre, encuentro alguien a quien incordiar o salvar, o degollar, ¿quién sabe?, Cuando estas por encima de la ley humana puedes hacer muchas cosas, lo moral o amoral se vuelve un juego de niños, mas tu conciencia, ¡ja! Esa no puedes acallarla con sangre, ni vino ¡ni putas!

Os contaré a continuación la muerte de la bella mujer que yace a mis pies, su nombre es, perdón, era Carla. Alta, 1’80 aproximadamente, pelirroja, labios rojos, tanga rojo, ligas rojas y sujetador a juego, un abrigo negro de cuero la cubría, era puta, era una asesina, merecía morir.
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Crecí y viví entre putas, asesinos, delincuentes y yonkis.

Desesperada por encontrar el padre que nunca tuve. Cuando niña, me cuidaron dos ancianos, no eran mis abuelos, no eran nada mío, pero me cuidaron, me educaron y se murieron. Estuve con ellos hasta los 13 años, fui a la escuela, pero cuando murieron el “estado” se hizo cargo de mí. Pasé los siguientes 2 años de casa en casa, de ciudad en ciudad, nadie me quería, casi todos me pegaban y unos cuantos se llevaron cortes en ciertos sitios, así que, me escapé.

Y encontré en la calle, las drogas, los delitos, la fiesta y la prostitución la salida para todos mis problemas, la evasión final, lo amoral. Siempre quise ser puta, pero de las de lujo, follarme a mil tíos y ganar un montón de pasta. Pero la cosa se torció y acabé chupándosela a un chulo de tres al cuarto en una bonita y horrible ciudad. Al menos aunque no follaba con ricos, no eran pobres del todo, me compensaba, y si alguno se pasaba, él se ocupaba de “arreglarlo”. Hasta que me harté de sus palizas, insultos y vejaciones, le maté, no me arrepiento y si tuviera que hacerlo otra vez, lo haría. Ese, hijoputa, no merecía piedad, le dejé tirado en la cuneta como a un perro, sollozo, gimió, suplicó se arrastró como la puta que en realidad era, él era la puta. Seguí mi camino, en otra ciudad, y allí aprendí que hay que volver y solucionar los problemas del pasado, sabía que por matar a Cristhofer, ese sueco mamón, sus compinches irían tras de mí, así que me armé hasta los dientes y fui a darles caza, como si fuera una jodida pistolera, pero no se lo esperarían, no de una mujer, no de una puta, y había pasado el suficiente tiempo como para cambiar de aspecto, aun así, me conocían bien.

El primero, estaba follando con su amante, un varón, no me sorprendió, sabía desde hacía mucho que era maricón, les pegué a los dos tres tiros, dos por la espalda, uno en la nuca, dos en el pecho y uno en la frente. El segundo fue más difícil de encontrar, ya sabía que el otro había muerto, lo más gracioso de todo es que se había unido y  atrincherado, los dos juntos, en la misma cabaña en la montaña. Perfecto para mi, para mi plan, ¡dos pájaros de un tiro! Me colé en los bajos de la cabaña, estaban huecos por las alimañas que allí anidaban en invierno, ahora estaba vacío, o eso esperaba, lo llene todo de gasolina, y otros acelerantes más explosivos, puse una mecha bien larga, empapada por si las moscas, ¡y qué coño! ¡Quería verles arder! ¡Quería que sufrieran!

Me coloqué a unos cien metros, encendí la mecha y salí corriendo montaña arriba, deprisa, deprisa, me decía a mí misma, llegué a un saliente, lo escalé, y cuando me senté, para mirar hacia atrás, una explosión retumbó por todo el valle y la onda expansiva, que vino inmediatamente después del estruendo, me tiró al suelo, dejándome desorientada y con un pitido y dolor agudo en los oídos, casi no lo cuento.                                                          

Se me hizo de noche, desperté y oí sirenas en la lejanía, corrí de nuevo, mi error fue no fijarme por donde iba, me perdí en la oscuridad del bosque, sentía que algo me seguía, lo sentía desde hace meses, casi un año, algo mirando por encima de mi hombro. 

Siempre era una ilusión, siempre desaparecía a los pocos segundos, un pánico ancestral que me dejaba sin aliento, sentía que venía a por mí, por todo el daño que había causado.

Pero ya estaba lista, ya no tenía miedo, me había vengado de esos hijos de puta, nadie volvería a tratarme como una fulana, nadie.
-Me llamo Carla. - dije, sonriendo a esos ojos negros, sabía que no era una ilusión. - Gracias. Sentí su aliento en mi cuello y después, nada.
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¿Os ha gustado queridos?   Este solo es el inicio de una aventura, el inicio de algo grandioso, de algo esplendido, una nueva etapa en mi inmortal vida.

Ahora tengo la ciudad a mis pies, tengo vuestros corazones y almas hambrientas de mí, y yo también tengo sed de las vuestras. ¿Quién no ansia dormitar suavemente entre unos pechos suaves y cálidos? ¿Quién no ansia ser amado hasta morir? ¿Quién no moriría por amor? ¡Ja, ja, ja, ja!

Me despido sin más dilación, más adelante decidiré si seguir publicando estas “memorias” o, sin embargo, desaparecer entre las sombras. Hoy estoy cansada, esa maldita vieja me dejó más débil de lo que pensaba, he llegado a casa, y necesito dormir, descansar, mañana saldré otra vez, en esta ocasión no esperaré tanto para comer, pero esa ¡maldita bruja!, me ha hecho dormir un año, nada más, contanto que la última vez dormí por tres años, esta vez será menos tiempo y me dará margen para actuar, para buscarla.

Adiós queridos.


...Peregrina de las Estrellas...