Evanescencia
“Se fundió en un beso. Todo
había desaparecido, los fantasmas, la sangre, el miedo, la tristeza, en fin, la
desidia.
Se hundió hasta el fondo de
sus pensamientos incluyendo la idea de huir, alejarse de todo, volar por el
indescriptible mar infinito de sus ojos negros.
Se perdió en los recovecos
de lo oculto, de lo siniestro, de la amarga hiel del revés de su alma, el
translucido de sus pecados.”
Con estos sentimientos
murió, sentí que su alma se elevaba por encima de su cuerpo, lo observaba y se
fundía en la negrura de la noche. No sufrió, solo se dejó llevar. Ninguna marca
en su delicado cuello. Todo había pasado, la sed de sangre se desvanecía, solo
el calor de la suya inundaba cada poro, cada nervio, cada musculo, recobrando
mis fuerzas después de un ayuno de 50 años, ¡cuan lento se hacía volver a ser
lo que fui! El mundo era muy diferente, yo solo sabía de él lo poco que me
dejaban ver, sumida en un sueño profundo a la fuerza, los poderes mesmericos de
mi “enemigo”, habían mermado, quizá esa vieja chocha se había muerto, por fin,
después de 150 años estaba bien, ¿no?
Me presentaré, queridos,
suelen denominarme Raven, autoimpuesto por desconocimiento de mi nombre y vida
humanas, no soy más que un sueño, un fantasma, una quimera idealizada para unos
cuantos, solo ansío la sangre. Y cómo sea yo físicamente no tiene importancia. Imagíname,
querido lector, como bien gustes, rubia, morena, pelirroja….alta, baja,
delgada, gorda….puede que más adelante lo descubras, si es mi deseo el
destaparlo, solo diré que adoro a las mujeres, las ansío, y por desgracia
también su sangre, mas hay hombres y mujeres malvadas, de corazones tenebrosos,
que merecen morir y así lo hacen en mis brazos, en mis pechos e incluso en mi
cama.
La ciudad me reclama,
andando por las vías principales encuentro gente de toda clase, putas,
estafadores, policías corruptos, monjas folla-curas, iluminados, vampiros,
licántropos, duendes, hadas…..vamos toda clase de seres, hasta un incubo, ¡ja,
ja, ja, ja! Su mirada lasciva me incita, pero es mejor no beber la sangre de un
incubo, ¡os volveríais locos!
Queridos lectores, con esto
os digo que no estamos solos, somos muchos y estamos por todas partes. Aunque, vampiros,
ya no hay tantos, solo vi a dos, y huyeron despavoridos al sentir mi aura
negra. Disculpadme ¿acaso creíais que ibais a leer las andanzas de una
vampiresa desvalida o una damisela ansiosa de juventud eterna, quitarse las
bragas ante un neófito del tres al cuarto? Pues no, aquí no hallareis esa clase
de lectura, solo lo que a mí se me ocurra contaros, pues no sabríais si es
verdad o mentira aunque os lo mostrara en las narices. Me agotáis los mortales,
mucho, y ¿los “inmortales”?, aún más, por esa cuestión, solo bebo sangre
humana. Al menos entre los vuestros, siempre, encuentro alguien a quien
incordiar o salvar, o degollar, ¿quién sabe?, Cuando estas por encima de la ley
humana puedes hacer muchas cosas, lo moral o amoral se vuelve un juego de
niños, mas tu conciencia, ¡ja! Esa no puedes acallarla con sangre, ni vino ¡ni
putas!
Os contaré a continuación la
muerte de la bella mujer que yace a mis pies, su nombre es, perdón, era Carla. Alta,
1’80 aproximadamente, pelirroja, labios rojos, tanga rojo, ligas rojas y
sujetador a juego, un abrigo negro de cuero la cubría, era puta, era una
asesina, merecía morir.
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Crecí y viví entre
putas, asesinos, delincuentes y yonkis.
Desesperada por
encontrar el padre que nunca tuve. Cuando niña, me cuidaron dos ancianos, no
eran mis abuelos, no eran nada mío, pero me cuidaron, me educaron y se
murieron. Estuve con ellos hasta los 13 años, fui a la escuela, pero cuando
murieron el “estado” se hizo cargo de mí. Pasé los siguientes 2 años de casa en
casa, de ciudad en ciudad, nadie me quería, casi todos me pegaban y unos
cuantos se llevaron cortes en ciertos sitios, así que, me escapé.
Y encontré en la
calle, las drogas, los delitos, la fiesta y la prostitución la salida para
todos mis problemas, la evasión final, lo amoral. Siempre quise ser puta, pero
de las de lujo, follarme a mil tíos y ganar un montón de pasta. Pero la cosa se
torció y acabé chupándosela a un chulo de tres al cuarto en una bonita y
horrible ciudad. Al menos aunque no follaba con ricos, no eran pobres del todo,
me compensaba, y si alguno se pasaba, él se ocupaba de “arreglarlo”. Hasta que
me harté de sus palizas, insultos y vejaciones, le maté, no me arrepiento y si
tuviera que hacerlo otra vez, lo haría. Ese, hijoputa, no merecía piedad, le
dejé tirado en la cuneta como a un perro, sollozo, gimió, suplicó se arrastró
como la puta que en realidad era, él era la puta. Seguí mi camino, en otra
ciudad, y allí aprendí que hay que volver y solucionar los problemas del
pasado, sabía que por matar a Cristhofer, ese sueco mamón, sus compinches irían
tras de mí, así que me armé hasta los dientes y fui a darles caza, como si
fuera una jodida pistolera, pero no se lo esperarían, no de una mujer, no de
una puta, y había pasado el suficiente tiempo como para cambiar de aspecto, aun
así, me conocían bien.
El primero, estaba
follando con su amante, un varón, no me sorprendió, sabía desde hacía mucho que
era maricón, les pegué a los dos tres tiros, dos por la espalda, uno en la
nuca, dos en el pecho y uno en la frente. El segundo fue más difícil de
encontrar, ya sabía que el otro había muerto, lo más gracioso de todo es que se
había unido y atrincherado, los dos
juntos, en la misma cabaña en la montaña. Perfecto para mi, para mi plan, ¡dos pájaros
de un tiro! Me colé en los bajos de la cabaña, estaban huecos por las alimañas
que allí anidaban en invierno, ahora estaba vacío, o eso esperaba, lo llene
todo de gasolina, y otros acelerantes más explosivos, puse una mecha bien
larga, empapada por si las moscas, ¡y qué coño! ¡Quería verles arder! ¡Quería que
sufrieran!
Me coloqué a unos
cien metros, encendí la mecha y salí corriendo montaña arriba, deprisa, deprisa,
me decía a mí misma, llegué a un saliente, lo escalé, y cuando me senté, para
mirar hacia atrás, una explosión retumbó por todo el valle y la onda expansiva,
que vino inmediatamente después del estruendo, me tiró al suelo, dejándome desorientada
y con un pitido y dolor agudo en los oídos, casi no lo cuento.
Se me hizo de
noche, desperté y oí sirenas en la lejanía, corrí de nuevo, mi error fue no
fijarme por donde iba, me perdí en la oscuridad del bosque, sentía que algo me
seguía, lo sentía desde hace meses, casi un año, algo mirando por encima de mi
hombro.
Siempre era una ilusión, siempre desaparecía a los pocos segundos, un
pánico ancestral que me dejaba sin aliento, sentía que venía a por mí, por todo
el daño que había causado.
Pero ya estaba
lista, ya no tenía miedo, me había vengado de esos hijos de puta, nadie volvería
a tratarme como una fulana, nadie.
-Me llamo Carla. -
dije, sonriendo a esos ojos negros, sabía que no era una ilusión. - Gracias.
Sentí su aliento en mi cuello y después, nada.
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¿Os ha gustado queridos? Este solo es el inicio de una aventura, el
inicio de algo grandioso, de algo esplendido, una nueva etapa en mi inmortal
vida.
Ahora tengo la ciudad a mis pies, tengo vuestros corazones y almas
hambrientas de mí, y yo también tengo sed de las vuestras. ¿Quién no ansia
dormitar suavemente entre unos pechos suaves y cálidos? ¿Quién no ansia ser
amado hasta morir? ¿Quién no moriría por amor? ¡Ja, ja, ja, ja!
Me despido sin más dilación, más adelante decidiré si seguir publicando estas
“memorias” o, sin embargo, desaparecer entre las sombras. Hoy estoy cansada,
esa maldita vieja me dejó más débil de lo que pensaba, he llegado a casa, y
necesito dormir, descansar, mañana saldré otra vez, en esta ocasión no esperaré
tanto para comer, pero esa ¡maldita bruja!, me ha hecho dormir un año, nada más,
contanto que la última vez dormí por tres años, esta vez será menos tiempo y me
dará margen para actuar, para buscarla.
Adiós queridos.
...Peregrina de las Estrellas...
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